Iberman Triatlon 2016

Triatlon Iberman Huelva 2016

La primera vez es especial… la primera vez nunca se olvida. Hablamos de triatlón ¿de qué si no?

Mi primer triatlón de larga distancia

He empezado a escribir estas líneas con la firme intención de relatar la experiencia que viví el pasado 15 de octubre, cuando fui capaz de completar el Iberman de Huelva, mi primer triatlón de larga distancia.

Estoy convencido de que podía haber hilvanado un relato de lo más completo y entretenido sin temor al fantasma del síndrome de la página en blanco, porque en esas doce horas y pico que me pasé vagando por el mundo ocurrieron tantos pequeños acontecimientos y grandes anécdotas, y fue tal el cóctel de emociones, que podría haber escrito sin parar durante tanto tiempo como el que me pasé nadando, pedaleando o corriendo.

Tenía pensado saltarme los temores propios del día anterior…

¡Uy, parece que me pica la garganta! ¡Mmmh… la bici ha empezado a hacer un ruido raro!

Iberman Triatlon Huelva 2016

Y empezar con un esbozo de poesía para tratar de explicar la sensación electrizante del amanecer sobre el océano apenas un minuto antes de la salida; a medida que el sol va asomando por el horizonte, justo en la dirección hacia la que tienes que empezar a nadar, la piel se te pone de gallina y te embarga una emoción diferente a todo lo que hayas experimentado antes; por fin ha llegado el momento para el que tanto has trabajado, sudado y sufrido, el momento por el que tanto tiempo has robado a la familia, y tienes que hacer que haya valido la pena.

El puerto de Navacerrada como si nada

La puesta en escena es prometedora: vengo en la mejor forma en la que haya estado nunca (¡es una sensación desconcertante, subir en bici el Puerto de Navacerrada casi como si nada!) y he hecho todo lo que de mí dependía para superar este reto, así que sólo me viene a la mente una de mis frases talismán:

Llevamos encima las heridas de todas las batallas que hemos evitado, así que ¡no queda sino batirnos!

iberman-triatlon-huelva-2016-12El sector de natación es el más crudo del triatlón, no por su dureza, pues no es más que el aperitivo de lo que vendrá después, sino porque no nos engañemos, la distintiva deportividad de los triatletas es cierta… pero sólo en tierra firme. Dentro del agua es como si estuvieras rodeado de pirañas, llueven los codazos y patadas y en algunos momentos tienes que preocuparte más por salvaguardar tu integridad que de mantener el ritmo, e incluso a veces te ves obligado a “defender” tu sitio cuando tratan de hacerte un bocadillo o invadir tu espacio vital ¡Pero qué se puede esperar, si estás rodeado de triatletas, tipos duros, gente de sangre caliente, adicta a la adrenalina y que no se arruga ante nada! Aunque en el agua hay bastante desorden y confusión (sobre todo al principio), quién sabe, a lo mejor eres tú el que estaba invadiendo la trazada del que iba a tu lado, por eso no tiene sentido tomárselo en serio.

Al pisar tierra firme sin rencores y aún con el sabor de la sal en los labios todo cambia y, ahora sí, ya todos somos amigos (esto es especialmente cierto cuando corres en Andalucía, donde en otro sitio te dedicarían un exabrupto aquí te hacen un chiste).

También tenía previsto describir los primeros kilómetros en bici, que son completamente llanos pero se hacen duros porque todavía vas empapado y tiritando (son menos de las diez de una fresca mañana de octubre), aunque la experiencia te dice que en breve estarás seco, y además todavía vas con la sonrisa de oreja a oreja por haber visto cómo se iluminaba la cara de tus hijas al verte pasar, y haber podido darles el primer beso de los muchos que vendrán hoy.

La Bici.. 180 km para recordar

Mi intención era contar que el recorrido en bici era bastante más duro del esperado, 180 kilómetros sin más “descanso” que los iniciales, un recorrido rompepiernas de los que por suerte en Madrid no nos faltan, pero a ratos por un trazado de carreteras comarcales que no permiten muchas alegrías… si te despistas un segundo te comes un agujero, aunque tampoco es probable que te desconcentres porque vas todo el rato rebotando por el asfalto agrietado y cubierto de parches. Además, el viento tiene la desagradable costumbre de soplar siempre de cara ¿no? Eso sí, el paisaje siempre espectacular, y para los que amamos la bicicleta la emoción de recorrer por primera vez carreteras desconocidas es un gran estímulo, sobre todo si no tenemos que preocuparnos por el tráfico.

Iberman Triatlon Huelva 2016

La jugada tonta del día ocurrió en este sector, en algún lugar de Portugal, pues me caí de manera bastante aparatosa… ¡mientras estaba parado en el avituallamiento! Y todo por tratar de avanzar un par de metros para tirar los restos a la papelera en lugar de al suelo. Por suerte no llegué a besar el asfalto, pero faltó un pelo, y no hubo que lamentar ningún golpe, ni arañazo, ni contusión que por muy pequeña que fuera habría lamentado después, pero esto me recordó que para que todo salga bien en una prueba tan larga, dura y exigente como un triatlón de larga distancia, participa también un factor suerte que no conviene desdeñar. Siempre decimos que la suerte se la construye uno mismo, cuanto mejor preparado vayas más suerte tendrás, y es cierto, pero nunca dejará de haber un cierto porcentaje de azar imposible de reducir a cero.

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El recorrido ciclista terminó con un escolta de la Guardia Civil que me acompañaba en moto durante los últimos kilómetros (¡otra nueva experiencia!), esta vez ya por una carretera nacional más transitada, hasta llegar a la zona de transición.

Dejar bici, quitarse casco, beber un poco, comer otro poco…

Iberman Triatlon Huelva 2016Mi idea inicial, al comenzar esta crónica, era hacer especial hincapié en este momento, para mí la clave del triatlón y donde la cosa se pone interesante, hasta el punto que pienso que aquí es donde de verdad empieza el reto, y lo demás sólo ha sido labor de desgaste, como en una guerra donde todo lo anterior han sido escaramuzas hasta que llega el momento de La Gran Batalla Final.

Me tomé la transición con la seriedad que se merece, intentando repetir de manera fría y eficiente todos los gestos y pasos ensayados en otros triatlones, que en mi caso seguramente serán muchos más (y mucho más lentos) que para otros triatletas más avezados: dejar bici, quitarse casco, beber un poco, comer otro poco… vamos lo típico, junto con algunos checkpoints algo más exóticos y personales, como ponerse la rodillera en la espinilla por si los tornillos vuelven a dar problemas y hay que subírsela hasta la sufrida articulación para aguantar los últimos kilómetros (normalmente a partir del 26-30), vaselina para las rozaduras…

¡Oh, mierda, la vaselina!

Cuando llevaba 4 kilómetros me di cuenta que se me había olvidado uno de mis rituales habitualmente más necesarios. Durante un rato me agobié pensando que las rozaduras me iban a impedir acabar, la manera más torpe y tonta posible de echar al traste con todo el esfuerzo realizado, el abatimiento creció casi como una bola de nieve… pero no había nada perdido todavía, y si tenía que entrar en meta corriendo como un pato pues así habría de ser, qué le vamos a hacer.

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De todos modos por si acaso en los primeros avituallamientos pregunté si tenían botiquines, pero siempre me contestaban que no, que no había botellines (otra cosa que me parece sólo pasaría en Andalucía). Por suerte las rozaduras nunca llegaron (¿otra consecuencia de un buen entrenamiento, de haber mejorado la técnica, de que tenemos las mejores equipaciones además de las más reconocibles?), y al ir pasando el tiempo me fui relajando con este tema, e incluso tal vez me benefició, porque me llevó distraído unos cuantos kilómetros. Así, ya “solamente” tuve que preocuparme de dejar que los kilómetros fueran cayendo pensando en cualquier cosa, o practicando diferentes pasatiempos mentales numéricos, o repitiendo en mi cabeza las sintonías de la Patrulla Canina, Caillou, Peppa Pig y alguna más que me torturan a diario. Y, de vez en cuando, escuchando a mi cuerpo y las señales que me iba mandando, para saber si podía continuar así, bajar el ritmo o, incluso apretar un poco. Esto último parece un comentario del típico gurú de medio pelo, pero es verdad, nuestro cuerpo nos habla, sólo que muchos nos hemos olvidado de escucharlo.

Cruzando juntos esa meta tan deseada

En un momento dado, más o menos por el kilómetro 35, sobre la marisma sembrada de pequeñas barcas de pescadores atrapadas por la marea baja, me sorprendió una bella puesta de sol… pero bueno ¿en qué se me había ido todo el día? ¡Si en la página anterior estaba describiendo el amanecer! Por suerte la luna llena me acompañó esos últimos momentos para hacerlos también especiales.

Iberman Triatlon Huelva 2016

Iberman Triatlon Huelva 2016

Y así, casi a lo tonto, como quien no quiere la cosa, sin necesidad de recurrir a la épica (¡ni a la rodillera!) con un tiempo decente pero discreto (el objetivo era otro) pero mientras a mi alrededor veía a otros compañeros vomitando, tirados en el suelo con calambres o lesiones de diversa índole, llegamos a la última recta, con la familia y los amigos incondicionales gritando casi más emocionados que yo, entregándome la bandera del club y cruzando juntos esa meta tan deseada, juntos con merecidísima justicia, pues juntos fue como habíamos conseguido llegar hasta allí.

Pues sí… eso es, más o menos, lo que tenía pensado escribir cuando comencé a hacer este relato. Menos mal que al final no lo hice porque habría sido un tremendo aburrimiento.

La consecuencia inevitable de todo el trabajo realizado con anterioridad.

En su lugar, mientras preparaba en mi mente la crónica, me di cuenta de que no debía tratarse de lo que ocurrió ese día. En realidad, aquello no fue más que la guinda del pastel,  la punta del iceberg, la consecuencia inevitable de todo el trabajo realizado con anterioridad.

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Y es que la inolvidable experiencia de cruzar la meta con los brazos en alto y acompañado de los seres queridos no se forjó por haber tomado la decisión correcta a la hora del desayuno, ni por haber sabido dosificar los esfuerzos, ni por haber hecho una adecuada hidratación… no, todo empezó a fraguarse unos cuantos meses antes, casi diría desde el 1 de enero: miles de largos en la piscina, cientos de kilómetros corriendo, miles de kilómetros pedaleando… en definitiva:

cientos de horas de esfuerzo, tesón y sacrificio.

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Se suele pensar que el triatlón es un deporte individual, pero en realidad no creo que sea así. Vale que esas doce horas y pico estuve solo (y eso también es relativo, porque sabía que contaba con el apoyo de los que habían venido a verme y de los que desde casa me estaban animando, y eso el que lo haya vivido sabe que es un punto de motivación extra muy especial), pero ¿qué es ese rato en comparación con los cientos de horas de entrenamiento que llevas a tus espaldas? Ese había sido el verdadero reto ¡ahora me doy cuenta! y ahí nunca estuve solo, siempre hubo algún Kalamero disponible para acompañarme, para animarme, para picarme o para enseñarme multitud de aspectos de la carrera, de la bici y de la natación que habría tardado años en aprender por mí mismo.

Por todo ello estoy muy agradecido, muy orgulloso y muy satisfecho de haberme unido a un grupo tan extraordinario.

iberman-triatlon-huelva-2016-7Y por el camino también hubo que lograr objetivos intermedios sin los que tal vez no habría sido lo mismo: esa Quebrantahuesos de oro en la edición de la ventisca y los 3.500 abandonos (siempre pensé que la épica es el recurso de los que no se han preparado bien, pero ¿cómo te preparas para eso?), el Half de Sevilla, donde experimenté por primera vez la motivación de formar parte de un club tan especial, el Half de Riaza, que me deja uno de mis mejores recuerdos deportivos (ese embalse de Riofrío enclavado en las profundidades de un frondoso bosque y cuya agua exhalaba una densa neblina al amanecer, parecía que la Dama del Lago se te iba a aparecer en cualquier momento para ofrecer a Excalibur), el Half de Guadalajara, con su sector de ciclismo a 37º (¡los pies ardiendo por el calor que despedía el asfalto!) y la carrera a una temperatura mucho más agradable de 33º… todos objetivos en sí mismos, pero a la vez pasos intermedios de un plan superior, tanto desde el punto de vista físico como mental y de ir ganando confianza.

Recuerdo ahora la primera vez que vi el plan de entrenamiento que Jose, nuestro entrenador, tiene previsto para este tipo de carreras; mi primer pensamiento fue

¡esto es una p… locura, están todos zumbados!

Sin embargo, día a día y poco a poco fui capaz de ir avanzando casillas, con una ración importante de exigencia, disciplina, compromiso y, lógicamente, locura. Además, debe estar bien pensado, porque preparando objetivos mucho menos ambiciosos en el pasado acabé lesionándome más de una vez, y en todo este año no he sentido ninguna molestia que no sea causada por el mero agotamiento. Un valor añadido incalculable para lograr una preparación óptima.

Consultar la previsión meteorológica cada día, no para no salir si hace malo, sino para salir mentalizado, poner el despertador los fines de semana más temprano que los días de diario para robar el desayuno a la familia, pero llegar a la comida, levantarse antes del amanecer en verano (y en verano amanece muy pronto) para poder completar la mayor parte del entrenamiento a menos de 35º, madrugar durante las vacaciones para correr por la playa mientras la familia sigue durmiendo y luego poder desayunar juntos, las duchas heladas al término de cada sesión para facilitar la recuperación, las miradas de reojo al plan de entrenamiento antes de cerrar planes con amigos o incluso reuniones con clientes… y otra serie de costumbres extrañas se acabaron convirtiendo en hábito, haciendo buena la frase de Josef Ajram no sé dónde está límite, pero sí sé dónde no está”.

Iberman Triatlon Huelva

Pero no todo fue sacrificio, el duro entrenamiento también tiene sus ventajas: poder comer todo lo que quieras en cualquier momento sin ningún tipo de preocupación (bueno a lo mejor esto no es del todo así, pero es lo que yo hacía, y  pesar de ello tuve que perforar un agujero nuevo en el cinturón cada varias semanas), lograr un profundo conocimiento de ti mismo, de tu mente y de tu cuerpo, que nunca vas a conseguir desde el sofá, dormir profundamente todas las noches o vivir relajado porque cualquier posible tensión que haya aparecido en el día va a ser completamente eliminada con tanto ejercicio, son sólo algunos ejemplos de los “efectos secundarios” positivos de todo este proceso.

Mi familia…

iberman-triatlon-huelva-2016-9No puedo terminar la crónica/divagación sin mencionar un aspecto fundamental más de este pequeño éxito, que he dejado para el final no por ser el menos importante, sino justamente por todo lo contrario: mi pequeña gran familia y el apoyo que me prestó en todo momento, aunque creo que Susana no se lo llegó a creer del todo cuando varios meses antes le había adelantado las horas de entrenamiento que venían por delante, para que se fuera haciendo a la idea. Susana, que ha sostenido el fuerte mientras yo estaba haciendo kilómetros por ahí con mi amante de dos ruedas, en realidad no comparte esta afición, ni entiende por qué hacemos estas cosas, ni qué sacamos con “disfrutar sufriendo”, pero sabe que para mí es importante y con eso le basta, y se alegra de verme llegar a meta tanto o más que yo. Todo ello no resta valor a su entrega y apoyo, al contrario ¡hace que sea doblemente meritorio! Sólo espero haber sido capaz de transmitir cuán consciente soy de ello y cuán afortunado me siento por contar con ella.

¡Y qué decir de las enanas, Irene y Adri, que inundan de alegría cada momento de nuestras vidas aunque algunos días te lo pongan más difícil que cualquier triatlón! Sin sus sonrisas, aplausos y gritos, sin su ilusión genuina y su ingenuidad infantil, esto no habría sido más que un proyecto aburrido y sin alma.

Iberman Triatlon 2016

226 km

En definitiva, aunque lo único tangible que queda de ese día es el trozo redondo de hojalata que te cuelgan del cuello al llegar, con el paso del tiempo estoy convencido de que lo que más recordaré de esta experiencia no será ese momento, sino los meses de compañerismo y trabajo compartido que me condujeron hasta allí, hasta traspasar el umbral de una meta que fue la culminación de un viaje interior de aprendizaje y autoconocimiento que me llevó mucho más lejos que los 226 kilómetros que trazan el recorrido.

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Roberto

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